País: Gran Bretaña
Año: 2020
A sus 47 años, en 1967, Judy Garland (Renée Zellweger) está en el ocaso de su vida, sin comprender como su destino la ha abandonado. Desde niña siempre trabajó incansablemente para llegar al firmamento, sacrificando su autoestima, sus emociones, su salud, su sueño (es incapaz de dormir sin la medicación que entonces le recetaba el doctor para cumplir con las obligaciones laborales), y su alimentación (exactamente igual, no la dejaban comer, y lo sustituían con pastillas, desarrollando en una pobre niña un trastorno alimenticio para toda la vida).
Tras 4 fracasos amorosos, un intento de suicidio, y montones de éxitos profesionales, su épico estreno en El gran mago de Oz que siempre la perseguirá como un torturador, ahora se ve abocada a dejar a sus hijos pequeños con su tercer ex marido y padre de sus hijos, Sidney Luft (Rufus Sewell), el único con poder financiero para mantenerlos (y con quienes sus hijos quieren quedarse) y marchar a Londres para subirse a los escenarios, donde los fantasmas del pasado seguirán sin dejarla en paz, pero allí se reencontrará con un joven apuesto que conoció en la fiesta de su hija Liza Minnelli y rápidamente se enamorarán y casarán.
Marcharse lejos con la esperanza de volver a ellos será como romper la última pieza de su corazón, su único consuelo será su último marido, Mickey Deans (Finn Wittrock), y la ayudante que tendrá que lidiar con ella, Rosalyn Wilde (Jessie Buckley).
Dirigida por Rupert Goold, se inspira en la obra de teatro End of the Rainbow de Peter Quilter.
7/10
¡FELICIDADES A MI RENÉE POR SU PREMIO!
El primer lugar donde vi anunciar esta película es la revista de cine de Yelmo, me encanta leer sobre cine, así que por supuesto me encantan las revistas gratuitas que hablan sobre ello, lo que más adoro son las que contienen entrevistas y estas cada vez escasean más sustituidas por el medio digital (que de todos modos o las buscas tú o nada, y muchas no pasan el filtro del doblada o el subtitulo). No estoy familiarizada con Judy Garland aunque obviamente he visto versiones modernas de El mago de Oz, a mi madre le sonaba pero obviamente, nunca vio sus películas, se creaban para un público americano y en otras partes del mundo para una sociedad pudiente, básicamente. Ahora hemos apuntado Ha nacido una estrella 1954 y El mago de Oz 1939.
Las películas bien hechas, que se te meten bajo la piel, que me impactan, despiertan mucho mi curiosidad, lo suficiente como para que después quiera buscar información sobre ella, y exactamente eso fué lo que hice sobre Judy. No sólo quería quedarme con lo que me había contado la maravillosa interpretación de Renée Zellweger, quería ver más allá, así es como descubrí que Judy, a pesar de que su primer amor, quien como ves en la película, le rompe el corazón cruelmente, había amado a 5 -al cuarto no lo nombraron- maridos (lo de casarse estaba de moda), pero también, así descubrí más sobre esa musa que hizo tanto pero dieron tan poco.
En realidad, lo que realmente quiero decir es que mi deseo sería que hicieran una serie de la vida de Judy Garland con la intérprete joven, Darci Shaw y la intérprete adulta, Renée Zellweger, mezclando magia y tragedia, para contarnos esa vida de pequeño ensueño que se convirtió en melancólica tragedia. Ambas son absolutamente maravillosas y Renée volvió a demostrarme porqué es una de mis actrices favoritas 💛. No siento que Judy sea una película que responda a la moda del momento, responde a la necesidad de contar la visión de una estrella, de acercar una musa incomprendida por los medios a un público que desconoce quién fue la gran Judy.
Judy intentó ser ella misma y todas las niñas y mujeres que no podían permitirse prosperar, tomó todas las desesperanzas del mundo e intentó crear con ellas los sueños de los otros sin saber que iban a destrozar su corazón. Llorar de impotencia no era suficiente al ver como se explotaba a una niña pero también a una adulta, obligándola a la malnutrición, la anorexia, el insomnio, la infelicidad. La habían vendido un sueño, la habían convertido en su juguete y aún así no tenían suficiente. La enseñaron que ella era Judy, fea por fuera y fea por dentro, cuyo corazón era su voz, cuyo futuro era su voz, sin esa voz moriría, simplemente rompieron su espíritu y ella intentó reconstruirlo durante toda su vida.
Creo que por eso Judy tiene esa necesidad arrolladora y vital de amor, si todos necesitamos que nos consientan, amen y mimen, Judy en cantidades enormes, por eso esa constante relación peleona con su público, necesitaba que le demostraran que siempre la querrían hiciera lo que hiciera. Si Judy Garland hubiera nacido ahora podría haber sido dueña de si misma, de su cuerpo, de su autoestima, creadora propia de sus sueños, habría nacido de su propia estrella, pero no lo hizo, nació en plena era del machismo, en una decadencia y explotación de la mujer, donde ellos tenían el arte de la mentira, la manipulación, donde ellos mandaban y ella obedecía, y cuando ella aprendió a rebelarse era tarde para curar las cicatrices que ya se habían fragmentado en las raíces de su piel, en sus huesos y sus músculos.
Fue una adolescente que sacó adelante a su familia y que no recibió más que desprecio y dolor de parte de una madre que nunca fue realmente madre, por eso ella nunca quiso ser como esa persona, ella es una gran madre, que a pesar de ser la locura en persona, da todo el amor del mundo a sus niños pequeños, se esfuerza en dolor y alma por darlo todo, incluso si tiene que cruzar el océano y cantar hasta romperse la piel, todo para que algún día sus niños vuelvan a ella y la envuelvan con sus brazos pequeños. Y al final sus niños nunca quisieron volver a su refugio de amor.
Judy, la intérprete de Ha nacido una estrella, como otros cantantes a quienes solo vemos desde las luces, los escenarios, los brillos, la luz, se le arrebató toda la autoestima, quizás por eso, su corazón vivo y palpitante se estremecía ante un poco de amor y nos hizo ser parte de ese último amor que llegó a su vida para hacerla más grande y más pequeña a la vez, un amor que sabes que sólo ella siente pero que agradeces porque la consuela en los tiempos más fríos de su vida, en la oscuridad que quiere tragársela entera, cualquiera que la proteja del dolor, de la muerte es un amigo realmente querido, porque Judy merece la vida y la felicidad, merece cantar sintiendo que toda su alma resplandece, que nada en ella está incompleto.
Lo que no olvidaron sus leales seguidores que llenaban sus actuaciones noche tras noche en Londres, que llenaban los teatros de las películas de Judy Garland, es que cada vez que ella se caía, después se levantaba, porque aunque la vida estuviera llena de tristeza, Judy era la resilencia en persona, y sólo ella tenía derecho a decir cuándo y dónde sería su adiós. Ella significó mucho para millones de personas en el mundo y creo que ella se sintió parte de ese amor y Judy rinde tributo a ese amor que sintieron por ella y que ella sintió por sus incondicionales, se refleja en aquella pareja gay que la acompañaron en todos sus conciertos, que significaron su primera comida de verdad, su primera conversación, su primer hogar en muchísimo tiempo, Judy a cambio les entregó su amor sin condiciones, su empatía, su dulzura, les demostró que ella realmente valía el amor que ellos habían invertido en ella durante toda la vida, ese vínculo entre la música y sus fans era real, ella los mantenía en pie, y ellos a ella.
Tampoco puedo olvidar que la película estuvo a la altura de lo que esperas de un musical y de Judy Garland, Renée Zellweger no sólo puso su alma interpretando emocionalmente a Judy, también lo hizo cantando para que Judy en el cielo pudiera escucharla. Estoy segura de que cantó para todos los que amaban a Judy y para la propia Judy, para que nadie pueda olvidarla, y para que quien no la conozca, ahora aprenda a conocer a una de las heroínas de la historia que se sacrificaron luchando por los derechos de las mujeres, sin los pasos de Judy Garland no estaríamos viviendo la libertad que tenemos hoy.
Disfruté de todas las canciones, pero cuando a Judy se le rompía el corazón cantando a mi también se me rompía. Cuando Judy cantaba con su corazón rebosante de alegría el mío cantaba con ella aún desconociendo la letra. Ese es el don de cantar con el alma.
Quiero felicitar y aplaudir a todos los que formaron parte de esta película, dándole color, equilibrando la dulzura con el llanto, la vida con el firmamento. Las estrellas deben ser recordadas en letras rojas. Adentraos en el corazón de Judy con Renée Zellweger y caminad con la auténtica Judy Garland.
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