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11 de enero de 2020

Héctor Basalo: escritor, ilustrador y quiromasajista 😎



👩‍🎨 Me llamo Héctor Rodríguez Basalo. Trabajo en Rivas como quiromasajista, que es uno de mis sueños, pero también soy un loco de las artes. De cualquier cosa que me haga evadirme de este mundo. Y considero que escribiendo y leyendo, me pierdo más en otras galaxias desconocidas, que con el resto de las artes.


Escribir puede ser también una carta de amor a quien más necesitamos abrazar en el mundo pero no podemos. Perder a mi padre fué extremadamente doloroso y esta carta para él fué también galardonada en el certamen literario. Mi mayor regalo era su amor.

Leedla con cariño:


                                     CARTA A MI PADRE
(ALLÁ DONDE ESTÉ)                
  20 Marzo 2018


    "Papá, ¡qué te puedo decir, que no te haya dicho ya en vida! Pues realmente más de lo que parece a simple vista. Aunque supuestamente en vida se dice todo lo que hay que decir, eso no pasa, o por lo menos, no en mi caso. Se dice después de la muerte de un ser querido, bastante más de lo que se le dice en carne y hueso. No es una conversación al uso, ni tampoco oírle de forma bucólica y de su propia boca, la historia de su vida, mientras tú estás tumbado en la alfombra, al abrigo de la chimenea, y él la adereza con una media sonrisa meciéndose en el balancín, con las batallas victoriosas del día a dia de su periplo por este mundo, cual abuelo en la guerra civil narrando cómo mata «hermanos».


    Te puedo contar una eternidad de cosas, porque paradójicamente, ahora estás en la eternidad, y ya solo quedará el silencio. El silencio de lo que no te dije y el silencio en el que estás inmerso. Suena muy rimbombante, pero es verdad. Haya vida eterna o no, tú estás instaurado en mi memoria, y en la del resto de tus seres queridos, para siempre. Y nuestra memoria es eterna. Mientras alguno de nosotros pueda ver la silla en la que te sentabas a comer, te verá comiendo; mientras pueda contemplar el aula donde dabas clase, te contemplará dando clase; mientras observe tu cama, te observará dormir; y si te encuentra enseñando, con tu traje impecable, te encontrará haciéndonos humanos plenos y dándonos una total libertad para acertar o fallar en la vida, una vez que ya tenemos fundamentos para elegir (fundamentos que previamente ha creado en nosotros). Aunque si lo pienso bien, mi mente no necesita ver a mi padre en su aula, con su traje, ni sentado en ninguna silla, para recordarle. Solo con levantarme, mi padre me habita. Las cosas que digo y hago, las dice y hace mi padre. Le hubiese gustado lo que yo hubiese dicho y hecho, o no le hubiese gustado, él forma parte de mí. Por eso he de procurar corromper su memoria lo menos posible, tratando de decir y de hacer las cosas siempre, de la manera más justa que pueda. Y mientras haya generaciones que escuchen hablar de él, se sentará en su silla e impartirá sus clases magistrales con su impecable traje puesto.


    Sin ti, papá, todo pierde valor. Parece falso. Es como si mi vida hubiera pedido un tiempo muerto y esperara a que volvieras para reanudarse. El resto del público sigue su vida como si no hubiera pasado nada, e intenta arrastrarme. Me muevo, pero porque la marea humana me obliga a moverme. Estoy atrapado en medio de todos. Me lleva en volandas a cumpleaños, Navidades, fiestas... Y lo único que espero es a que me deje tranquilo para que tú vuelvas y reanudar mi vida. Pero ni me dejan tranquilo ni vuelves. Y mientras, aguanto a la pata coja, porque me han extirpado esa pierna llamada padre, y espero que me vuelva a crecer otra, como las colas seccionadas de las lagartijas. Pero no, por desgracia no soy un reptil, y voy a tener que aprender a vivir sin una pierna.


    Solo quería darte las gracias por todo, en esta carta sin dirección, sin nombre, y sin remite. Ni siquiera me hace falta sobre. No sé si la vas a recibir algún día, porque allá donde estés, no creo que exista el tiempo como tal. Sé que no voy a obtener contestación por tu parte, pero no hace falta. Me lo dijiste todo en vida. A mí en cambio me faltaron por decirte muchas cosas. Está todo muy reciente, y aún no veo con claridad. Muchos días pienso que no es verdad. No te preparan para la vida sin una parte de tu vida. Pero esta, aunque a veces lo parezca, no es un todo. Vienes al mundo solo, y te vas solo. Por mucho que estés arropado, morirás desnudo. Todos estamos de paso.


    Detrás de tu aspecto serio, de profesor de colegio de curas, había un hombre tan dulce y sensible, que cualquiera que mirara detrás de esas gafas de gruesa montura, y descifrara al hombre que habitaba tras esa tupida barba, no se iba a encontrar al bibliotecario de Alejandría escrutándole afanosamente para que todo estuviera en su justo orden, sino a una persona fascinante, que además de saberlo todo sobre los antiguos imperios de Roma y de Grecia, sabía escuchar y abrirse a todo el mundo. Tenías un corazón tan grande, que trataste siempre igual, si no mejor, al último de los trabajadores, que al jefe. Siempre con una dignidad, que te alzaba al nivel de tus admirados emperadores romanos: Marco Aurelio, Adriano y Trajano (o a tus queridos griegos, creadores de la democracia). Tú no lo ibas a reconocer nunca, pero los que te conocimos, así lo atestiguamos. Pues no te limitabas simplemente a enseñar (en el colegio o en la vida). Enseñabas y dejabas que la gente fallara, para que fuéramos creciendo en la vida. Me enseñaste a andar y a dejar que me cayera, a partes iguales, para hacerme un hombre libre. Y así en todas las facetas de la vida.


    Durante tu larga enfermedad, lloramos por ti, por tu sufrimiento, pero ahora que te acabas de ir, lloramos por nosotros. Es una forma de egoísmo, pues tú ya has dejado de sufrir, y has tenido una vida plena. Los humanos necesitamos la imagen real de nuestros enfermos frente a nosotros, aunque sean una sombra de lo que fueron, nos sentimos resguardados y protegidos del dolor que conlleva el destino final. No es más que una muestra más de nuestra debilidad y miseria... ¡Miseria humana!


    Uno siempre cree que su padre estará aquí para siempre. Y que las «historias heroicas» del abuelo, las protagonizaremos nosotros para siempre, y seremos felices y comeremos perdices. Pero las perdices al final siempre caducan y se acaban corrompiendo. Las historias se silencian, pues el corazón se termina consumiendo, como las perdices de los buenos tiempos. Habrá que consolarse pensando que siempre habrá nuevas perdices que comer, mientras se recuerdan las «gestas» pasadas. Y así, en un eterno bucle sin mucho sentido, más que el que da el recuerdo de toda tu gente, pasada y presente, vivimos alrededor de las perdices que un día nos hicieron muy felices.


    Siempre habitarás en nuestros corazones y en cada resquicio y arruga de nuestro cuerpo.


    P. D.: No sé si nos volveremos a ver algún día en algún otro plano de existencia. La libertad que me diste me hizo agnóstico, y eso me alejaría de ti. Ojalá exista algo, pero no para saber de la existencia de Dios, ni tampoco conocerle, sino porque todo volvería a ser, como siempre tuvo que ser... ¡Nuestra familia unida!"


* * * * *

Nací y crecí en Moratalaz. En un barrio obrero, que mi fértil imaginación convirtió en el vergel más maravilloso que pueda existir. ¡Hay que ver lo relativo es todo! En mi infancia no tenía traba ni freno alguno que limitara mi creatividad. Incluso mi padre dijo años después que no había visto nunca un niño más feliz que yo. 



De esa forma, un barrio obrero y bastante humilde, puede ser a los ojos de un niño que desarrolla todo su ser, el paraíso terrenal añorado por toda su especie.


Mi adolescencia fue más complicada. Me mudé a Rivas con siete años, dejando varios amigos detrás. Eso se tradujo en inseguridad, y pese a que en mi nueva ciudad me sentía muy arropado, el virus de esa inseguridad se dispersó por el lugar donde me sentía más incómodo. El sitio que estaba empezando a poner coto a mi imaginación: el colegio.



Cada vez había más diferencia entre mi estancia en el colegio (un duro colegio privado) y mi vida en Rivas. Rivas era mi oasis y el colegio mi desierto. 


Al final, la realidad y lo material de la vida según creces, hace que veas el desierto más grande y el oasis cada vez más como un espejismo en el que el verdor es cada vez más pequeño. Ahora soy feliz con mi vida, mis hermanos, mi madre, el amor que siempre sentiré por mis padres, y tengo una niña recién nacida con el amor de mi vida.



Mayu 👩‍🌾 ¿Cómo descubriste que te gustaba escribir y a qué edad empezaste a hacerlo?

👩‍🎨Empecé a escribir realmente tarde. La dureza del colegio hizo que cada vez pintara menos, hasta que dejé de hacerlo, en una especie de guerra contra mí mismo. Y si bien, ahora esporádicamente pinto, mi nueva herramienta para luchar contra la melancolía, el tedio, la rutina y todo lo mundano que pueda existir, y así volar y ser totalmente etéreo, es la escritura (y leer, que no se puede entender en alguien que escribe, que no se ponga alas para alzar el vuelo, que están hechas con el material de lo que lee).


Casi tenía treinta años cuando comencé.
Empecé escribiendo parrafadas en redes sociales. Estas, sin yo saberlo al principio, pedían a gritos que las usara para decir cosas más interesantes.
Mayu 👩‍🌾 ¿Qué es lo más difícil de escribir? ¿Y lo más fácil?

👩‍🎨 Lo más difícil en la escritura breve es escribir sobre un género solo y no mezclarlos. No es una novela donde puedas hacerlo. Y lo más fácil para mí, es sacar las ideas. De cualquier detalle que percibo, como un hombre que no da la mano fuerte, y la deja muerta, puedo escribir un cuento.


¿Y con qué disfrutas más?




Disfruto mucho torturando a mis personajes. Lo sé, en el fondo soy un masoca, me torturo a mí mismo, pero como ya he dicho, me hace sentir bien. Lo más curioso del tema, es que cuando leo los cuentos o las novelas ajenas, me cabrea que se torture al protagonista, y ya no digamos que acabe muerto. Es una extraña dualidad que tiene que ver con mi ya nombrada terapia.

Mayu 👩‍🌾 ¿Cuáles son tus temáticas, tus escenas predilectas a la hora de escribir, y tu tono narrativo?

👩‍🎨 Mi temática predilecta es la de terror. O algo más sutil que el terror, que son los cuentos siniestros. También la ciencia-ficción.
Mis escenas predilectas son las de personajes que han de expiar sus pecados.
Tiendo a narrar en primera persona, pues da vitalidad y acción a la escena.

Mayu 👩‍🌾 ¿De dónde nace tu inspiración?





👩‍🎨 Mi inspiración nace tanto de cada aspecto cotidiano de la vida, como de mis múltiples paranoias y retrospecciones profundas del alma (bastante oscura y atormentada, pues sé que realmente no me sentiré nunca pleno en la vida, sin vivir de la escritura).


Mayu 👩‍🌾 ¿Siempre te has definido a ti mismo como artista?


Bueno, empezaron por definirme a mi alrededor como artista. Con dos años no hacía más que pintar. Después con nueve años, también lo alternaba haciendo canciones y creé mi propio grupo musical, junto a varios primos que me siguieron (yo era el vocalista y el creador de las letras). Y hasta llegamos a hacer un concierto para todos los vecinos (cobramos entrada y todo). Después hice cómics y hasta un intento de primera novela. Todo fue una época muy creativa (hasta inventaba juegos de mesa y poco después un juego de rol).

Después de esta gran explosión artística tan dispersa y poco encauzada, supe que lo era. Como para no saberlo, mi mente no dejaba de crear a cada segundo (antes y ahora). Con el paso del tiempo habrán cambiado mis miras, pero mi mente canaliza siempre mis ideas para que las funda con algún material artístico.

Puede llegar a parecer una tortura, pero ser tan sensible y ser mártir de tu imaginación, aunque te haga diferente y te haga estar más desprotegido, no lo cambio por nada del mundo.

Mayu 👩‍🌾 Entre todos los libros y personajes que has creado, ¿cuáles son tus favoritos?

👩‍🎨 Mis personajes son personas normalmente atormentadas, que quieren escapar de algo. Realmente, siempre has de poner en los personajes parte de ti, para que sea más real. Si no hay en ellos jirones de tu piel y cicatrices propias de tus vivencias, serían muy fríos e irreales; además de perder el efecto balsámico y sanador de escribir sobre ti.




De todas formas, tengo varias novelas empezadas y aún no terminadas. Los personajes de los relatos breves que he escrito, no pueden tener muchas aristas, ya que solo puedes poner pinceladas en ellos. El sentido de un relato breve se perdería si creara un personaje muy completo.

Mis relatos, aunque variados, tienen un trasfondo de melancolía y tristeza, que van pegados a mi piel, y con toques siniestros y terroríficos, marca de la casa, que deben de ser una especie de venganza propia contra la vida, que pago con mis personajes (no hay mayor terapia), que lo suelen pasar muy mal en mis relatos, si no acaban muertos...

Cuanto más salvaje soy con mis creaciones, más me relajo en la vida. Pagan muchas veces mis estados de ánimo.

Y ahora os presento el relato con el que he ganado el primer premio del certamen literario de Rivas este 2019:


Queman los recuerdos


"La barra del bar me esperaba como cualquier otro día. Ella no me juzgaba ni esperaba nada especial de mí; tampoco metía el dedo en la llaga recordando lo que, por otro lado, yo ya recordaba y deseaba olvidar. El regalo en forma de licores me lo hacía yo a mí mismo. Nadie más que un servidor merecía regalos ese día. Realmente creía no merecerlos desde una noche que marcó el resto de mis días, pero precisamente por eso todo consuelo era poco y todo premio, por inmerecido y nada esperado, me caía del cielo a mí, que era un campo yermo.
El resto de los parroquianos de ese lugar sagrado del anonimato, donde cada uno purga sus pecados, nadie busca respuestas en los otros y no intenta saber de ellos más de lo necesario, son también muebles decorativos relajantes, de un solo uso. Te sientas sobre ellos para olvidarte de tus problemas y tú dejas que ellos lo hagan sobre ti. El camarero es el cura que te sirve bebidas espirituosas para absolver tus pecados, hasta que recobras la conciencia y vuelves a ser igual de pecador que antes, pero con peor cuerpo y menos dinero en el bolsillo.
Aunque haya dicho ya que ese día era como cualquier otro, sabéis que no fue así, ya me entendéis. Mi banqueta real, y no de carne y hueso, se encontraba bajo mis posaderas y mi brazo, con la jarra de cerveza entre mis dedos, ya subía y bajaba en un ritmo constante y febril desde la mesa hasta mis labios. Igual que las demás figuras, que también se empapaban en efluvios etílicos. Impregnábamos el ambiente hablando de las únicas cosas que no nos hacían daño: mujeres, política, fútbol...; un ambiente cargado de conversaciones insustanciales que encierran el miedo a hablar de la terrible realidad.
Entre la última cerveza que me bebí y la siguiente, que esperaba me trajeran pronto, hice girar la jarra sobre la mesa observando las gotitas de oro líquido deslizarse por sus paredes para formar un pequeño lingote circular en el fondo, y así poder echármelo al gaznate. Alguien dio en mi respaldo unos leves golpes acompasados, casi musicales, que en ese momento no relacioné debido al alcohol, pero que me resultaron familiares. Me giré y vi a un hombre al que reconocí al instante, pero no supe de qué. Tenía unas tremendas quemaduras en la cara y en las manos.
—¿Qué tal estás? —me dijo con toda naturalidad.
—Disculpe, ¿le conozco? —Intenté aparentar estar sereno, pero arrastraba las sílabas más de lo que siempre cree un borracho. Pese a su deformidad, no me desagradaba mirarle fijamente. Sentía que tenía un vínculo muy fuerte con esa persona.
—¡Sabes perfectamente quién soy! Si no lo sabes ahora, lo sabrás después. Todo a su debido tiempo.
—Algo dentro de mí me dice que te conozco, y mucho, pero lo cubre todo una neblina y no son las cervezas que he bebido, estoy seguro.
—Lo sé. También sé que usas el alcohol como faro en la niebla de tu vida. Y no es un faro, es una antorcha que cada vez provoca más humo y espesa tus ideas. Según pasa el tiempo, todo a tu alrededor se vuelve negro y se quema, pero la intoxicación que provoca el humo de esa antorcha crea la ilusión de que todo va mejor, cuando lo cierto es que te va consumiendo a la vez que se consume su llama.
—Ese es mi problema. ¿No cree, señor? —dije con suficiencia impostada.
—No solo es tu problema. Es tuyo, de todos los que te rodean y de los que alguna vez te han rodeado y ya no lo pueden hacer.
—¿Por qué ha entrado aquí? ¿Qué desea realmente? Le conozco, lo sé. Siéntese, dígame quién es usted y cuénteme lo que me tenga que contar —exploté sin querer disimular mi enfado.
—No, gracias, no puedo sentarme ahora. No puedo decirte quién soy, has de averiguarlo por ti mismo. Y lo que te decía antes: no esquives el asunto, tu gente sufre. Los accidentes ocurren.
—¿Accidentes? ¿A qué se refiere, señor?
—Lo sabes perfectamente —dijo con dulzura.
—¡Sí, sí, lo hice yo! Dejé sin querer, antes de irme de casa, el gas encendido justo antes de que llegara mi padre, y cuando entró en la cocina y encendió los fuegos para preparar la comida, explotó mi casa con él dentro —grité entre sollozos con las manos en la cara y reclinándome sobre las piernas.
—Tranquilo, fue un accidente. El gas no estaba encendido. —Me acarició la cabeza de forma muy suave, mientras me hablaba—. Fue un escape fortuito. Pasó y pasó, hijo mío.
Cuando escuché sus dos últimas palabras, dejé de llorar inmediatamente. Alcé la cabeza y vi que el hombre que decía ser mi padre muerto se despedía, ya fuera del bar, a través de la cristalera. Y mientras lo hacía y me sonreía, dejé de verle quemado. De pronto, volvió a repetir el golpeteo rítmico contra el cristal, que con tanto beber no había distinguido hasta ahora. Eran los golpes que daba en la puerta cuando yo era pequeño, para despertarme y que me preparara para ir al colegio.
De primeras, se presentó ante mí quemado porque mi conciencia no estaba tranquila al creer que había sido yo el que había provocado el accidente. Una vez que estaba todo aclarado, solo quedaban los buenos recuerdos y mi padre fallecido volvió a ser el estupendo y risueño padre que siempre fue.
Salí para despedirme y me pareció entrever su figura a unos cien metros de distancia, junto a otra figura animal muy característica: su amada perra, también muerta en el incendio, que al verme corrió hacia mí y se me abalanzó. Era una pequeña bodeguera que me llenó de lametones. Si no fuera porque sé que los perros no se ríen, hubiese jurado que lo hacía. Cuando la posé en el suelo, volvió a salir disparada hacia mi padre, que no dejó de despedirse. A pesar de la distancia, escuché perfectamente las palabras «¡te quiero!», acompañadas de un beso en su mano que alargó después en mi dirección. En ese momento desapareció.
El camarero fue a mi encuentro para ver cómo estaba. Le dije que mejor que nunca. Entré y me miraron todos los presentes. Me dijeron que había estado hablando y gritando solo, pero yo sabía que no había sido así. Cuando me fue a servir otra cerveza, le contesté que no iba a volver a bañar mis penas con la bebida para evadirme, y que iba a ir a ver a mi abuelo, que era el Día del Padre y mi abuelo también lo había sido."

5 comentarios:

  1. Me gusto esta entrevista pero sobretodo leer estas obras de arte. La carta que escribio a su padre me comovio mucho y me desee correr de mi padre ahora mismo. Estoy tan fortunada a tenerlo aun cerca, a poder escuchar su consejos, a estar en su brazos, a escuchar su voz y a pasar el tiempo con el. Saber que llegara el dia en que no podre hacer esto me pone muy triste (esto vale tambien por toda mi familia) pero como el escribio la memoria es eterna y los voy a llevar en mi corazon para siempre. Como pensar esto, me hace sentir triste voy a pensar a algo mas divertido: su reseña que sin dudas es mas alegra.
    El hecho que perdio su padre es triste y ahora toca a elser el padre por su angel. A leer que tiene una hija que nacio por su gran amor me hizo morir de ternura. Es muy precioso porque puede siempre contar en ellas y en su familia.
    Aunque si no sabia que era un escritor, podia imaginarlo. Su maniera de escribir es tan poetica . Me encanto leer como describe su infancia y el collegio, como la primera es un oasis, y la segunda un deserto. Aunque si dejo el arte, al final volvio y esto es importante. De otro lado no pienso que hay una edad para empenzar a escribir. Fue interessante leer las difficultades de escribir relatos cortos y saber que le gusta sufrir los personajes. Tambien yo soy asi, a vecez me inviento historias que no escribo pero que imagino hacierlo, y a pesar que amo el happy ending mis historias imaginarias terminan con la muerte pero tambien con la esperanza. En mi caso creo que es mi vision pesimista que me hace elegir este clase de final.
    Es muy interessante leer como el pone siempre algo de si mismo en su personajes. Es muy valiente a meterse desnudo de esta maniera.
    Ame un monton el relato final y entiendo porque gaño. Al principio creia que el hombre quieria matarlo por vengarse.

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  2. Pense esto porque habia dicho que hacia morir su personajes, pues cuando se descubrio que era su padre y me entere de lo que paso y el prota vio tambien la perra creia que el era muerto pero aun no lo habia entendido y tampoco en esto lo habia acertado 😂 Ame como el padre dice a su hijo la causa verdadera de el incidente y que no es su culpa. Volvio por el, por ayudarlo a vivir. Este cuento en tealidad me gusto muchisimo, es tan precioso y lleno de amor. Yo no lo conocia hasta ahora pero de seguro es un buen escritor.

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  3. Hola me ha gustado la entrevista y los relatos me ha encantado el primero realmente me ha conmovido mucho. Estupenda entrada. Saludos

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  4. Muy bonitas palabras, Héctor. Me he encantado haberte leído. Espero que sigas disfrutando de la lectura y escritura como lugar de refugio. Un abrazo para tí y Mayu ;) Muaaa!!!

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  5. Me ha gustado muchísimo la carta a tu padre, muy emotiva, se nota que tienes mucho amor hacia el, para ti es tu héroe y eso es digno de admiración de un hijo hacia su padre, eso dice mucho de ti como persona. Tienes unos valores inmensos. Orgulloso de ti tu padre se sentirá donde quiera que esté, estará feliz de tenerte como hijo y en paz por dejar a un gran escritor en la tierra. Yo también te siento como si fueras mi hijo y celebro esa preciosa vida que has creado con Rosa. Pero también tus grandes y pequeños logros. Un artista es algo más que alguien que pinta o escribe, es alguien que se deja llevar por las emociones de su interior y las transforma como tú. Estoy muy orgullosa de ti por tu mundo literario y todo lo que me has transmitido, porque leerte es entrar en tu mente.

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